José Rigane, Secretario General de FeTERA
Estamos haciendo estos nuevos Congresos de la FeTERA en momentos muy especiales para la Argentina, porque estamos en un proceso preelectoral nacional, que a medida que avanza inunda todos los acontecimientos que se van desarrollando en el país y, a nivel mundial porque estamos en el marco de una crisis del sistema capitalista que es profunda y en la medida en que se desarrolla se van ejecutando políticas que tienen como objetivo final que esa crisis la pague el conjunto de los trabajadores de los sectores populares.
Estamos haciendo estos nuevos Congresos de la FeTERA en momentos muy especiales para la Argentina, porque estamos en un proceso preelectoral nacional, que a medida que avanza inunda todos los acontecimientos que se van desarrollando en el país y, a nivel mundial porque estamos en el marco de una crisis del sistema capitalista que es profunda y en la medida en que se desarrolla se van ejecutando políticas que tienen como objetivo final que esa crisis la pague el conjunto de los trabajadores de los sectores populares.
Después de haber estado en la 100 Conferencia Internacional de la OIT y ver nuestro panorama nacional, el tema que adquiere una dimensión muy fuerte, muy importante para enfrentar la problemática que se tiene tanto a nivel nacional como mundial, es la unidad de los trabajadores.
Hay un avance del sistema y las políticas liberales y neoliberales cercenando, quitando, achicando los derechos de los trabajadores y al mismo tiempo hay un desarrollo de la iniciativa capitalista que necesita de algunos flagelos como la desigualdad, la discriminación, la pobreza, la extranjerización, la contratación, la subcontratación, como parte de una política que le garantice al capital financiero concentrado, mayor nivel de rentabilidad cuya esencia más genuina, superexplotar para obtener la superganancias.
En lo específico, en cuanto al tema energético en nuestro país y en el mundo se viven acontecimientos de mucha significación.
En lo político porque hay una ofensiva para apropiarse, por parte de los que detentan poder, de los recursos energéticos naturales que no tiene para sustentar un determinado modelo de vida, por eso la revuelta de África del Norte, los países árabes, la guerra y el ataque a Libia para despedazarlo y quedarse con los recursos, por eso lo de Irak, lo de Afganistán, está todo en la misma línea, es decir una línea de avasallamiento de derechos y de generar permanentemente “enemigos” que justifiquen a la OTAN, Estados Unidos, FMI, BM, organismos internacionales actuar en defensa de supuestas demandas democracia participación soberanía, fin de regímenes déspotas, pero en el fondo la cuestión es apoderarse de los recursos energéticos, naturales de esos lugares.
En lo nacional, lo local, un país que en este campo se desarrolla en contramano de lo que pondera y toma como ejemplo en la región, me refiero a aquellos países que precisamente desarrollan otra iniciativa políticas que nada tiene que ver con nada tiene que ver con lo que sucede en este país: Bolivia, Venezuela, Ecuador, Uruguay, Brasil, en ese sentido seguimos estando, salvo algunos maquillajes, en el desarrollo de algunas políticas desatadas en la década del 90, políticas que no han sido para nada desbaratadas y políticas que se necesitan modificar, transformar de raíz, para terminar con un modelo energético que cada vez nos supedita más a las decisiones de grupos multinacionales que son los que dominan la escena y que han puesto en términos de riesgo todo lo que significa el abastecimiento, la seguridad y la continuidad del sistema energético en el país.
En tanto y cuanto no seamos capaces de generar una iniciativa y un desarrollo desde los trabajadores que nos permite incidir seriamente en el cambio de estas políticas, se va a venir sosteniendo lo que ha sucedido hasta ahora, un modelo productivo basado en la extracción de minerales, del petróleo, del gas y en el desarrollo de determinaos cultivos con el objetivo de exportar, fronteras afuera, generando importantes riquezas que no se distribuyen, ni se van a distribuir de manera equitativa, en tanto y en cuanto no seamos de capaces de arrancar, en el marco de las transformaciones necesarias, esa concentración y centralización de la riqueza. Todo eso se desarrolla sobre la base de una política científicamente pensada y aplicada que es la desigualdad.
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