Fuente: reportaje realizado en el diario La Capital de Rosario.
Ilustración: chachiverona. |
“Detrás de las referencias peyorativas a los sindicatos hay una acción política, es evidente que hay una idea de reacomodar la relación de fuerzas”.
Horacio Meguira, director del departamento jurídico de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) prevé un 2012 intenso en conflictos gremiales, cebados por la presión de la crisis económica global y un cambio de ciclo en la visión oficial de la relación entre el capital y el trabajo. En los discursos presidenciales y de las corporaciones empresarias, así como en la pelea entre el gobierno y el jefe de la CGT, el abogado laboralista ve los indicios de una disputa por los costos del ajuste. Advirtió que la introducción del discurso de la productividad y la competitivad sobre las negociaciones salariales encubre “una ofensiva sobre el trabajo formal” y consideró que la suerte de los derechos laborales se juega en fortalecer la representación sindical en la base. “La rebelión contra el ajuste saldrá de los lugares de trabajo”, aseguró. Precisamente, Meguira estuvo en Rosario para presentar en el auditorio de ATE el “Manual del delegado”, una guía para reforzar la acción sindical al interior de los establecimientos, elaborada por el Observatorio del Derecho Social de la CTA.
—El manual del delegado es la terminación de un ciclo y el comienzo de otro. La culminación de un ciclo de lucha que tuvo la CTA por libertad sindical en todos los ámbitos. Una vez fundada, nuestra primera lucha fue confrontar con el modelo preexistente. Hacer un sindicalismo de clase, que se diferenciaba del sindicalismo corporativo. Esa es la primera fase de la lucha por la libertad sindical. Luego fue la lucha por la legalidad. Se obtuvo la inscripción gremial, se peleó en OIT, y se desarrolló una larga militancia que inspiró a muchos grupos. Después, en 2008, se conoció el fallo ATE contra el gobierno nacional, que marca un hito fundamental en este campo. El fallo establece que cualquier sindicato, aun uno simplemente inscripto, puede convocar a la elección de delegados. Para ser delegado no se requiere estar afiliado al sindicato con personería gremial. Este es el marco de un fuerte trabajo para ampliar la representación en la base.
—Según una encuesta del Ministerio de Trabajo de la Nación, el 12,7% de los establecimientos tiene representaciones en los lugares de trabajo y sólo el 50% de los establecimientos con más de 200 trabajadores. Ahí hay una enorme cuenta pendiente. Si queremos construir libertad sindical en serio tenemos que empezar por el lugar de trabajo. Es la primera confrontación que tiene el trabajador con el capital. La democracia de los trabajadores comienza en esa situación de deliberación que se genera a partir de las condiciones de trabajo, salarios, etcétera. Y el ámbito natural que resuelve es la asamblea. Ese principio, esa construcción estructural del sindicalismo, hoy parece revivir porque creció el sindicalismo en términos generales. Creció el sindicalismo de clase, el sindicalismo combativo y también la burocracia sindical, en un marco en el que creció el número de puestos de trabajo y hubo modificación del patrón de acumulación. En 2003, cuando se traspasan los decretos de emergencia al salario básico potencial, se impulsa la negociación colectiva, empiezan a regenerarse los primeros conflictos y empieza a haber una transferencia del conflicto territorial al conflicto más genuino y virtuoso, que es el conflicto en fábrica. Hoy en día, la mayoría de los conflictos están en el sector privado y en el sector industrial.
—¿El modelo consolida un piso en este sentido?
—Nosotros fuimos críticos en este período. Dijimos que ni la negociación colectiva ni las medidas adoptadas por el gobierno eran suficientes como para incluir dentro de este proceso a la totalidad de los trabajadores. Que había quedado un 50% afuera. Ahora da la sensación, por el discurso oficial, que van por los trabajadores formales. Que es la hora del ajuste en los trabajadores formales. Pero este nuevo ciclo, en el que se anuncia una crisis, encuentra al sindicalismo con bases sólidas. Porque esto no es igual a la década del 90, donde se puede arreglar con un grupo de dirigentes, la representación ahora está más ramificada. El dirigente que quiera avenirse a una propuesta del gobierno o la patronal va a tener que buscar consenso dentro de su propio sindicato. ¿De dónde va a nacer la rebelión contra el ajuste? De los lugares de trabajo. En este marco, la presentación del manual del delegado tiene el sentido de estimular la organización de base. En el congreso de la CTA se planteó el objetivo de llegar a 100 mil delegados en este país. Si no se avanza en ese nivel de representación, este tiempo de crecimiento del sindicalismo en general, va a ser desaprovechado.
—¿La amenaza de la crisis internacional y la onfrontación CGT y gobierno modificarán el mapa sindical?
—Cuando el Poder Ejecutivo, cualquiera sea, se dirige a los sindicatos peyorativamente es porque hay una acción política de la clase dominante atrás. Eso es más viejo que la humedad. La seguidilla de discursos presidenciales incluyó referencias negativas a subterráneos, tendinitis, colitis, docentes y petroleros de Santa Cruz, mensajes indirectos a Moyano y a nosotros. Es evidente que hay un plan de reacomodar la relación de fuerzas existente. Algunos están sorprendidos. A mí no me sorprende porque, ante la posibilidad de ajuste, lo primero que se busca es debiltar a la representación de la clase que se va a oponer. Por otra parte, cuando se hace referencia a la productividad, la referencia inmediata en la década del 90 es el decreto 1.334 sobre productividad, que puso fin a la negociación colectiva por actividad, la sectorizó y la convirtió en convenio colectivo por empresa. Ese decretó aniquiló la negociación colectiva, y la convirtió a la baja en la década del 90. Al mismo tiempo, desindicalizó. La otra referencia riesgosa es la de la competitividad. La ultima ronda de negociación por competitividad fue en la gestión de Cavallo, en 2001, que dejó un tendal de convenios marco pactados a la baja. En un momento en el que la clase trabajadora se estaba recoponiendo, vienen nuevos anuncios de competitividad y productividad. Siempre que hubo crisis en el capitalismo hubo realineamiento de fuerzas. Eso también se ve ahora. Y seguramente va a haber una diferenciación entre aquellos que estamos dispuestos a confrontar y quienes no tienen esa disposición, y han sido oficialistas toda su vida.
—¿Se puede dar un escenario parecido a los 90 con organizaciones gremiales movilizandose en conjunto?
—Depende de la profundidad de la crisis. La crisis va a marcar absolutamente todo. En función de esa crisis va a haber distintos realineamientos. En la década del 90 el sindicalismo estaba más débil. Hubo un sindicalismo que se avino inmediatamente a los mandatos estatales. El concepto de la autonomía, incluso ahora, está todavía en desarrollo. Hay manifestaciones autonómicas que no son sólo de la CTA. Las últimas manifestaciones de Moyano, diciendo que quiere elección directa para renovar la CGT, son una manifestación de autonomía. Y hay otros sectores del sindicalismo que también van a ir por ahí. Los partidos de clase crecieron mucho, también. A partir de posiciones autonómicas. Ahí se va dando una nueva composición. Se ha perdido parte del miedo que se arrastraba hace 30 años. Siempre hay temor al despido, pero hoy hablar de lucha no es un tabú.
El “Manual del delegado” es una guía jurídica elaborada por el Observatorio del Derecho Social de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), destinada a reforzar la organización en los lugares de trabajo. “Dentro de los factores que limitan la existencia de representantes genuinos de los trabajadores en los lugares de trabajo, uno de ellos es el impedimento que hace la burocracia a la hora de convocar”, señaló Horacio Meguira, director del Departamento Jurídico de esa central. El abogado subrayó que la elección de de delegados “en general”, tienen el efecto de “colocar a la clase en situación de deliberación. “En ese nivel de representación no existe el silencio absoluto y la obediencia ciega, las medidas tomadas por el empleador pueden ser por lo menos compartidas”, subrayó. En ese sentido, enfatizó que “una democracia obrera es la que delibera en todos los niveles, incluso dentro del lugar de trabajo”.
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