viernes, 9 de marzo de 2012

DE LA TRATA DE BLANCAS A LA TRATA DE PERSONAS (Partes 1 y 2)


miércoles 8 de febrero de 2012

Escritora. Egresada de la carrera de Ciencias de la
Educación de la Facultad de Filosofía y Letras
de la Universidad de Buenos Aires.
De la trata de blancas a la trata de personas (Parte I)

Fuente: Ester Kandel (especial para ARGENPRESS.info)

Las prácticas de diversas organizaciones, especialmente de mujeres, que solicitan, exigen y proponen iniciativas al aparato administrativo, político y legal del Estado, reciben respuestas limitadas.


¿Por qué los temas de derechos sexuales y reproductivos, educación sexual, abortos no punibles, aborto legal, seguro y gratuito, la trata de personas y las mujeres golpeadas no son parte de una cuestión permanente de políticas públicas?

En varias oportunidades nos interrogamos a qué Estado, nos dirigimos las mujeres cuando solicitamos el reconocimiento a decidir sobre nuestro propio cuerpo e igualdad de oportunidades con los varones en el ámbito laboral.

Los obstáculos tienen una larga data y nos remiten a la historia de la opresión de las mujeres (1) y el papel de las instituciones. Refiriéndose a este tema, F. Engels (2) decía que las instituciones sociales, bajo las que viven los hombres de una época y de un país dado, están íntimamente enlazadas con estas dos especies de producción, por el grado de desarrollo del trabajo y por el de la familia. Al definir el carácter del Estado, lo definía como una máquina opresora de una clase sobre otras.

En la modernidad esta relación no ha cambiado, aunque se puede caracterizar los enfrentamientos actuales. Según Samir Amin. (3) 

La Modernidad y la democracia inicia la liberación del individuo y, más allá potencialmente, la de la sociedad. Pero solamente la inician porque quedan encerradas en las exigencias de la reproducción capitalista (…) Simultáneamente, la modernidad y la democracia transforman al Estado y la política, lugar a la vez de conflictos alrededor del poder y de conflictos en torno a la articulación de su ejercicio a los intereses sociales, ellos mismos en conflicto en sus propios terrenos.

En este terreno se mueven las luchas que hacemos referencia al inicio del artículo. Cada una de ellas implica subvertir un andamiaje construido durante siglos. Las alteraciones que permite este orden, tienen un núcleo duro, donde confluyen intereses económicos, políticos en connivencia con el poder judicial.

Estas barreras las encontramos cuando hablamos de igualdad de oportunidades de varones y mujeres en el campo laboral, dado que el cuerpo social es desigual. Asimismo sucede con otras reivindicaciones legítimas como la prevención de las muertes por abortos clandestinos o la trata de personas.

La trata de blancas, así como era presentada a principios del siglo XX en nuestro país nos remite a un modelo de moral sexual o en términos de W. Reich a la irrupción de la moral sexual. La familia y el rol de la mujer en la misma aparecen contemporáneamente con la figura de la prostituta. 

Los aportes de numerosas investigadoras e investigadores convergen en rastrear estos orígenes. Aunque no se puede precisar una fecha, éstos coinciden con el régimen de propiedad de la tierra y de los bienes producidos.

En el Segundo sexo, Simone de Beauvoir analiza la relación de la propiedad privada y la propiedad de la mujer.

Destronada con el advenimiento de la propiedad privada, la suerte de la mujer estará ligada a la propiedad privada a través de los siglos: gran parte de su historia se confunde con la historia de la herencia. Es fácil entender la importancia fundamental de esta institución si observamos que el propietario aliena su existencia en la propiedad; le da más importancia que a su vida misma; la propiedad supera los límites estrechos de esta vida temporal, subsiste más allá de la destrucción del cuerpo (...) si admitimos que los hijos de una mujer ya no son suyos, dejan de tener vínculos con el grupo del que procede la mujer. Con el matrimonio, la mujer ya no es un préstamo de un clan a otro clan; es radicalmente arrancada del grupo en el que nació y anexionada al de su esposo; él la compra como se compra una cabeza de ganado o un esclavo, le impone sus divinidades domésticas, además, los hijos que engendre pertenecerá a la familia del esposo. (...) dado que es de su propiedad como el esclavo, la bestia de carga, la cosa es natural que el hombre pueda tener tantas esposas como le plazca; sólo las razones económicas limitan la poligamia; el marido puede repudiar a sus mujeres por capricho, la sociedad no les da prácticamente ninguna garantía. A cambio, la mujer está sometida a una castidad rigurosa. A pesar de los tabúes, las sociedades de derecho materno permiten mayor libertad de costumbres; no suele exigirse la castidad prenupcial y el adulterio no se juzga con mucha severidad. Por el contrario, cuando la mujer se convierte en propiedad del hombre, quiere que sea virgen y exige, bajo las penas más graves, una fidelidad total; el peor de los crímenes sería arriesgarse a dar los derechos de herencia a un retoño extranjero: por esta razón el pater familias tiene derecho a acabar con la vida de la esposa culpable.

Para las mujeres que integraban una familia, la maternidad y las tareas domésticas fueron un ordenador de sus vidas, aunque estas iban acompañadas en general de muchos padecimientos. Asimismo fue un regulador de la represión sexual.

W. Reich, señaló:

En la historia de la humanidad, en determinada relación con los intereses económicos de la sociedad, el ordenamiento sexual transformó su esencia afirmativa, por lo tanto, favorecedora de la economía sexual del hombre, en esencia negadora de lo sexual. (4)

En esta dirección confluye el análisis de Judith R. Walkowitz en Sexualidades peligrosas (5) al señalar que “las culturas sexuales del siglo XIX ejemplifican el carácter de construcción social propio de la sexualidad (…) Cuando los victorianos hablaban de sexo, se referían sobre todo al peligro sexual, a la proliferación de práctica sexuales fuera de la santidad del hogar, sin compromiso del acto creador.”

Es así que aparecen las llamadas transgresiones sexuales, el aborto, la prostitución, el travestismo y las amistades románticas, que implicaban la elección libre de la mujer, aunque consideradas ilícitas porque no formaba parte de la “estrategia de reproducción” asignadas a las mujeres.

El Estado le otorgaba a este tipo de familia la garantía del orden social, aunque en el ámbito público, por ejemplo en Francia a finales del siglo XIX, especialmente en el parlamentario se discutía sobre esta cuestión. La literatura, el teatro y los grupos feministas se preguntaban ¿cómo explicar esta contradicción que convierte a una muchacha mayor de edad y capaz, en un ser excluido de la vida jurídica, que se ha de colocar entre los locos y los menores apenas se une a la multitud de las mujeres casadas? Es por eso que Nicole Anaud-Duc (6) habla de la trampa de la familia.

Mientras tanto las ciudades se poblaban de prostitutas, con gran inversión de dinero. Según J.W. comparando la presencia de éstas en las ciudades de Berlín, París y Londres, percibe un negocio “ostensible”:

Las putas pobres ejercían en general su comercio en el centro tradicional de prostitución, particularmente en las viejas y estrechas calles de los distritos populares, pero la aparición de los nuevos centros de entretenimiento o los edificios de una Terminal ferroviaria también podían ejercer un enorme magnetismo sobre las mujeres públicas.

La regulación del oficio “más viejo del mundo” fue un tema que también ocupó desde mediados del siglo XIX.

La presentación del tema refleja ser complejo y con muchas aristas por analizar, la moral y la hipocresía de una clase que no cuida del verdadero bienestar de la población.

Los documentos existentes sobre la trata de blancas a principio del siglo XX en nuestro país ameritan la continuación de este tema en una segunda parte.

Ester Kandel es autora de División sexual del trabajo -Ayer y hoy - Una aproximación al tema, Dunken, 2006 y Ley de trabajo de mujeres y menores -Un siglo de su sanción- La doble opresión de las mujeres: reconocimiento tácito, Dunken, 2008.

Notas:
1) Kandel, Ester, La opresión de las mujeres tiene historia –Algunos datos históricos de esa opresión El estado, la propiedad privada y la familia, Revista Periferias, Año 14 –Nº 19, Buenos Aires 1er semestre de 2010.
2) Engels, Federico, El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado, Editorial Claridad, 1974.
3) Samir , Amin, Ser marxistas hoy, ser comunistas hoy, ser internacionalistas hoy, Revista Periferia, Año 13- Nº 17 – Buenos Aires, Primer semestre 2009.
4) Reich, Wilhelm Reich, La irrupción de la moral sexual, Editorial Homo Sapiens, Buenos Aires, 1983.
5) Historia de las mujeres –el siglo XIX – Colección dirigida por George Duby y Michelle Perrot, Edicio-nes Grupo Santillana, 2000.
6) Colección citada.


De la trata de blancas a la trata de personas (Parte II) 

Escritora. Egresada de la carrera de Ciencias de la
Educación de la Facultad de Filosofía y Letras
de la Universidad de Buenos Aires.

Ester Kandel (especial para ARGENPRESS.info)

La trata de blancas (1) era el comercio de mujeres con fines de prostitución.


La inmigración y la prostitución tienen un punto de encuentro tanto en Europa como en la Argentina, en la primera, provenientes de zonas rurales o como hijas de arte-sanos en declive. Otros puntos en común eran las condiciones materiales y la violencia hacia las mujeres, eran “hijas no cualificadas de las clases no cualificadas” y los casti-gos corporales para que las prostitutas cumplieran con los cupos de recaudación exigi-dos por los proxenetas.

En el texto Sexualidades peligrosas, J. Walcowitz señala:

La violencia física era una característica común de las relaciones heterosexuales en los burdos barrios obreros. Muchas veces, cuando los investigadores trataron de aprehender la naturaleza de las relaciones de sexo entre los pobres sin cualificación profesional de Londres y de París, se encontraron en una “incomprensible región”, para citar a la historiadora Ellen Ross, “donde las mujeres no parecían damas ni daban muestra alguna de deferencia, donde los hombres pugnaban por mantener su autoridad sobre ellas, donde el “antagonismo sexual” se reconocía abiertamen-te.

Con la gran inmigración producida a fines del siglo XIX, recalaban en el puerto de Buenos Aires, mujeres engañadas y o secuestradas para vender su cuerpo. 

¿Quiénes eran? Larry Levy cita varias fuentes, por ejemplo la judeo-alemana que tenía registrado a principios del siglo XX, seis millones de judíos empobrecidos en Rusia y un tercio de judíos de Galitzia (polacos) que estaban al borde del hambre. Otra era las palabras pronunciadas por un rabino europeo en 1899: “Es necesario ver la mise-ria de las ciudades judeo-polacas… para comprender que un viaje a Buenos Aires no es tan terrorífico”, citado por el investigador Edgard Bristol en 1983. 

Una de las organizaciones conocidas en este rubro fue la sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia, más conocida como la Zwi Migdal, Fue una red de prostitu-ción judeo-polaca que operó en la Argentina, aproximadamente entre 1906 y 1930 al amparo de la corrupción política y policial. (2)

Existen registros municipales, que datan de 1898, sobre la existencia de prostí-bulos en las ciudades de Buenos Aires, muchos de ellos con los nombres de mujeres que los regenteaban. (3)

Apoyos, rechazos y ocultamientos

El negocio de la prostitución tenía sus proveedores, independientemente de ad-herir al mismo. Es así que existían los proveedores de mobiliarios, vestimenta y comida. Tal es el caso de una familia de joyeros cuyos principales clientes eran los proxenetas, sus esposas y madamas. (4)

En Europa, existía una gran inversión de dinero en infraestructura y organiza-ción del trabajo. Algunas prostitutas recibían un salario y tenían ropa, casa y comida.

Alternativamente, la prostitución podía ser también una forma de autoempleo, sobre todo en lo concerniente a la gran cantidad de mujeres que recorrían las calles de la ciudad y frecuentaban sus teatros y tabernas. A lo largo del siglo XIX, los lugares donde se comercializaba el sexo se extendían a salones de masajes, baños, salas de baile, tableaux vivants, café chantants y music halls. (5)

El nivel de vida de estas mujeres era superior a las mujeres que vivían con sus familias en los barrios obreros, a pesar de la inestabilidad de sus ingresos. Esto se refle-jaba en la vestimenta y otros gastos.

Con distintos matices hubo rechazo dentro de la comunidad judía, aunque según L. Levy “los grupos judíos anarquistas y socialistas fueron quienes más activamente manifestaron ese rechazo”. El autor reconoce que en la primera y tercera década hubo una actitud activa en las denuncias y repudio a los tratantes de blancas.

En el año 1908 un grupo de jóvenes iniciaron denuncias a través de actos con discursos en idish y castellano, contra los tratantes judíos. Otro grupo se juntó en torno al Club Israelita, con el propósito de combatir la trata de blancas. Una de sus propuestas era peticionar a las autoridades la deportación de los tratantes de blancas extranjeros, el encarcelamiento de los argentinos nativos y naturalizados.

En el Primer Congreso Femenino Internacional desarrollado en 1910. La Dra. Julieta Lanteri, expuso sobre el tema, considerando:
la prostitución femenina es para la mujer moderna su mayor dolor y su mayor vergüenza. (…) Formulo un voto de protesta contra la tolerancia de los gobiernos al sostener y explotar la pros-titución femenina. (…) no las considero responsables de su extravío sino las víctimas de la falta de previsión y de amor que muestran las leyes y las costumbres, creadas por la preponderancia del pensamiento masculino en la orientación de los destinos de los pueblos.

La Asociación Argentina contra la Trata de Blancas propuso en este evento a través de su delegada la Dra. María Atilia Canetti de Rosales cuatro propuestas, que fueron aprobadas por el congreso:

1º Necesidad de dictar una ley contra el lenoncinio;

2º necesidad de dar a la mujer una educación basada en la verdad, que excluya las ocultaciones y engaños del sistema actual, cuyo resultado no es otro que librarla indefensa en las luchas de la vida;

3º necesidad de crear uno o más asilos para la mujer sin distinción de creencias religiosas; en donde se le ampare y se le enseñe a trabajar;

4º necesidad que se deroguen las ordenanzas municipales que atribuyen capacidad legal a la mujer menor de edad para inscribirse en el Departamento de Salubridad.

También se aprueba la creación de agrupaciones femeninas y mixtas para llegar a la abolición de la trata de blancas.

La sífilis era un detector de las relaciones extramatrimoniales, se contagiaban las parejas formales. Una costumbre en las ciudades europeas era no informar a “la cas-ta esposa” de su enfermedad a fin de “salvaguardar la paz del hogar” y los médicos, sólo las atendían con la autorización del marido.

La regulación 

Hacia los años sesenta del siglo XIX los estados europeos decidieron implemen-tar sistemas de regulaciones, exigiendo a las prostitutas registrarse ante una “policía moral” y someterse a inspecciones médica para controlar las enfermedades de transmi-sión sexual. 

“El mal necesario” justificaba el doble patrón de sexualidad masculino, con sus impulsos naturales. Las prostitutas vivían con mucha hostilidad la inspección sanitaria: “se referían al espéculo del médico como al “pene del gobierno”. Esta política iba acompañada para cambiar “el espectáculo público” y “limpiar de putas calles y teatros, a fin de dar espacio a las mujeres respetables, a la nueva mujer. También para mantener el orden público se segregaba a las prostitutas de las obreras.

La oposición a la regulación fue encabezada por mujeres de clase media, en Gran Bretaña, destacándose Josephine Butler. En el texto Sexualidades peligrosas, la autora dice:

Las feministas de mediados de la era victoriana denunciaron la regulación como una invasión corporal y una violación de los derechos constitucionales de las mujeres de clase obrera. Inter-pretaban la prostitución como esclavitud sexual y a la vez como resultado de las artificiales limitaciones a la actividad social y económica de las mujeres, puesto que los salarios inadecua-dos y las restricciones al empleo industrial femenino obligaban a algunas mujeres a salir a la calle, donde se sumaban a la “industria mejor pagada”.

También se consideraba el control sanitario como una protección a los hombres.

Este sistema de regulación fue suspendido en 1883. En Londres se observó el tráfico de mujeres extranjeras y el secuestro de niños para someterlos a la prostitución.

Acerca de la significación de las prostitutas, la expresión de “mujer caída” era usada por la clase media. Se la aceptaba como la “otra” como contrapuesta a feminidad materna y doméstica, pero también les permitió hablar públicamente sobre temas sexua-les. Esta visión fue aceptada por mujeres de clase obrera, que no quería que se las con-funda. Los sentimientos eran encontrados “cumplen servicios sexuales por nada”.

El diario La Vanguardia, también publicaba noticias y documentos sobre este tema. Por ejemplo el 13 de julio de 1907 se publica una denuncia que llega desde Nueva York.



El Partido Socialista en el año 1917, a través del diputado Ángel Jiménez fun-damenta su proyecto contra La trata de blancas, publicado en La Vanguardia del 20 de junio de 1917. Extractamos los conceptos principales:

Este proyecto está destinado a modificar la ley 9143 (6), a fin de hacerla eficaz, suprimiendo algunas cláusulas que desvirtuaron los sanos propósitos (…)

La prostitución en todas sus múltiples proteiformes manifestaciones es un hecho social que no puede ocultarse y menos negarse (…)

No la hemos de considerar un delito puesto que es un hecho que pertenece al fuero interno de cada una, sobre lo que no pueden gravitar códigos ni leyes.

Mientras en el orden social existente se considere como un pecado las relaciones sexuales; mientras subsistan las trabas económicas y sociales que dificultan las uniones y el industrialis-mo moderno desorganice la familia; mientras el proletariado viva la vida y opresión en sus tugu-rios contrastando con el lujo provocador; mientras la sociedad y los códigos no dignifiquen a la mujer, subsistirá la prostitución como uno de los tantos medios de vida.

Como médico y desde su experiencia personal, puede afirmar que en la clínica dermatológica del hospital San Roque, que el 75% de los enfermos eran contagiados en casas de lenocinio controladas y patentadas con sello oficial.

La fundamentación abunda en datos, tanto nacionales como internacionales so-bre el comercio esclavo que se realiza con las mujeres y sobre la reglamentación de la prostitución. 

Hemos hecho letra muerta el artículo 15 de la Constitución: En la nación argentina no hay esclavos. Los pocos que hoy existen quedan libres desde la jura de esta constitución y una reglamentará las indemnizaciones a que de lugar esta declaración. Todo contrato de compra y venta de personas es un crimen de que serán responsables los que celebrasen y el escribano o funcionario que lo autorice. Y los esclavos que de cualquier modo se introduzcan, quedan libre por el solo hecho de pisar el territorio de la república.

El diputado trae a la memoria, la intervención del diputado Repetto en la sesión del 17 de septiembre de 1913, acerca del aspecto ilusorio de la reglamentación higiénica de la prostitución, “es una ilusión criminal porque infunde en la juventud una confianza absoluta en la eficacia de esa reglamentación: eficacia que en el fondo no existe”.

Todas las citas del diputado giraban en las opiniones de los médicos de nuestro país como de los otros países, sobre los graves problemas que acarreaban las enferme-dades venéreas y en la libertad de compra y venta del cuerpo de las mujeres.

Una de las afirmaciones que hace el diputado se refiere a la fuente de recursos que promueve al Municipio de Buenos Aires, la práctica de la trata de blancas.

El cuadro que insertamos, refleja la trata de blancas en la Ciudad de Buenos Ai-res y la nacionalidad de las mujeres inscriptas en el Dipensario de Salubridad.




El fracaso de la ley 9143

Los fracasos de la ley vigente eran los siguientes:

• Dificultades para probar las infracciones; (7)

• la subordinación de la ley a las ordenanzas municipales que reconocen al “traficante de blancas”;

• hace la división entre prostitución patentada y prostitución clandestina

Las propuestas del nuevo proyecto eran las siguientes:

1º Se extienden las penalidades a las regentes de casas de tolerancia, desde el momento que se castiga a la persona que trafique con mujeres mayores de edad, aunque sea con consentimiento de las mismas.

2º Se incorpora la ley de residencia aplicándola a los traficantes, contra lo que nadie será capaz de levantar la voz de protesta.

3º Se agrega penalidades a los capitanes de buques que transporten a estos despreciables sujetos.

4º se considera encubridores a los funcionarios o autoridades que toleran o autoricen cualquiera de los delitos penados por la ley.

El proyecto concluye con varias afirmaciones, una de ellas:

He denunciado la política criminal que al respecto se ha seguido entre nosotros sancionando en ordenanzas y leyes la esclavitud de la mujer, colocando fuera de la sociedad, con estigmas in-famantes algunos miles de mujeres, en nombre de una mentida moral y de una farsa higiénica.

Reitera sus opiniones sobre las condiciones de vida del proletariado, como cues-tión central y menciona la frase de la federación abolicionista internacional: “No hay más que una moral igual para el hombre y para la mujer”.

Un debate que continuaba

Todos coincidían que la trata de blancas era una lacra pero la Dra. Luisa fue taxativa cuando afirmó en la conferencia organizada por la Universidad Libre, en mayo de 1918: “jamás legislación alguna llegará a reprimirla mientras permanezca en pie el sistema de la reglamentación”. Coincidió con los conceptos ya vertidos sobre la relación entre la miseria del proletariado femenino y la prostitución.

La literatura se ha ocupado sobre este tema y en La Vanguardia de agosto de 1923 se publica el texto: Prostitución y miseria de Octavio Mirbeau.

Raquel Liberman y Marita Verón

De las distintas versiones sobre la historia de Raquel Liberman, nacida en Lodz, Polonia, extraemos estos datos: llegó a nuestro país en septiembre de 1924, con prome-sas de casamiento. Fue engañada dos veces, una en su país de origen y luego, después de su fuga encubierta. Atrapada por la red de trata de blancas, dirigida por la Migdal, la ingresaron al burdel de Valentín Gómez 2888.

La primera vez, el responsable fue el rufián Jaime Cyssinger y la segunda, Sa-lomón José Korn, fichado bajo el prontuario Nº 948.

Durante diez años, la Liberman fue ahorrando peso sobre peso…Entonces apoyada por un clien-te, que se apiadó de ella urdió una trampa: un hermano del cliente dijo que quería comprar a Raquel. ‘Tengo un prostíbulo en Mendoza, le dijo al rufián que se entusiasmó con la oferta co-mercial: recibió mucho más dinero del que esperaba y vendió a la Liberman que por fin quedó en libertad. (Vázquez-Rial). (8)
Instalada como comerciante en la calle Callao al 500, se le acercó S. J. Korn con la misión de “embaucar a la desertora” con un casamiento, que se llevó a ca-bo en el Registro Civil de la sección 11 y también un casamiento religioso y remitida al burdel de la calle Valentín Gómez. 

Según la versión del comisario Alzogaray, Raquel se presentó el 10 de enero de 1929 en la comisaría 7ª, para pedir que la registraran como prostituta. Ya portaba la libreta del Dispensario Municipal que la habilitaba para trabajar. Diez meses después, decidió hacer la denuncia sobre su situación.

El caso Marita Verón que nos conmueve actualmente, todavía desaparecida, da cuenta de la envergadura del problema. La búsqueda consecuente de su madre, Susana Trimarco, logró quebrar algunas de las redes de complicidad que protegen el secuestro y la trata de mujeres (9) y llevarlos al banquillo de los acusados.

Casi un siglo de diferencia y los relatos del entramado del negocio de la explota-ción sexual se han profundizado y coincidimos con Marta Fontenla que “los procesos de globalización que configuran la actual etapa del capitalismo profundizan las desigualda-des entre géneros, clases, etnias y países de la mano de las transformaciones tecnológi-cas, de la organización de la producción y de las políticas de ajuste (…).
Ester Kandel es autora de División sexual del trabajo -Ayer y hoy - Una aproxi-mación al tema, Dunken, 2006 y Ley de trabajo de mujeres y menores -Un siglo de su sanción- La doble opresión de las mujeres: reconocimiento tácito, Dunken, 2008.

Notas:
1) Dicha actividad ilícita era conocida como trata de blancas (sin embargo, usar ese término en la actuali-dad no es correcto) debido a que la práctica se origina en un periodo de esclavitud donde la "trata de ne-gros/as" era una situación aceptada por la población y por el Estado; en cambio para esa era, la esclavitud de mujeres de raza blanca, era un delito. Eran trasladadas de su lugar de origen para ser posteriormente explotadas como prostitutas o concubinas. En la actualidad el término correcto es trata de personas, el cual sirve para denominar cualquier tipo de trata de personas sin impor-tar la edad, sexo o raza debido a que el término trata de blancas se originó por distinción racial y por ser un delito, puesto que en aquel entonces la trata de personas de raza negra era permitida e incluso era parte de los ingresos del Estado, en la actualidad esta deno-minación se considera errónea o simplemente anacrónica. Wikipedia.
2) Una organización heredera del Grupo de los 40 y también de la poco conoci-da- y casi fantasmal- socie-dad Israelita de Socorros Mutuos Aschkenasi. El primer pre-sidente de la organización fue Noe Trauman, quien pasaría a la historia rodeado de una pintoresca y mítica aureola de intelectual anarquista devenido proxeneta. Larry Levy, p.92.
3) Matilde Felman (Brown 2088), LucíaReynaud (Güemes 2537), Julieta Oereke (Güemes 2350) o María Lippner (Güemes 2049), (…)
4) Un relato anónimo menciona a Ornstein, entonces presidente de la Jevrá Kdosha, como el iniciador de este emprendimiento.
5) Op. cit.
6) Fue sancionada el 23 de septiembre de 1913, presentada por el Dr. Alfredo Palacios.
7) Desde el 30 de septiembre de 1913 al 21 de diciembre de 1915, se iniciaron en esta capital 116 procesos, con 153 autores probables, siendo sólo 14 los condenados, es decir el 9%.
8) Op.cit.
9) La trata de personas incluye toda situación de esclavitud, ya de niñas, niños, mujeres y hombres que los traen engañados con distintos argumentos.

Bibliografía:
- La Vanguardia, 9 de julio de 1913; 20 de junio de 1917; 22 de mayo de 1918; 5 de agosto de 1923.
- Levy, Larry, La mancha de la Migdal – Historia de la prostitución judía en la Argentina, Grupo Editorial norma, Buenos Aires, 2007.
- Revista Brujas, Publicación feminista, Año 26 –Nº 33 y Año 28 –Nº 35.
- Primer Congreso Femenino Internacional, Edición conmemorativa, Buenos Aires, mayo de 2010.
- Historia de las mujeres –el siglo XIX – Colección dirigida por George Duby y Michelle Perrot, Edicio-nes Grupo Santillana, 2000.
- Kandel, Ester, De las grandes tiendas a los shopping: La industria y el co-mercio mirando a las mujeres, Argenpress, 21 de abril de 2010.


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